martes, 25 de agosto de 2015

UN AÑO MÁS...

FELIZ ANIVERSARIO A TODA NUESTRA
COMUNIDAD EDUCATIVA.


PADRES Y APODERADOS,  ALUMNOS, 
ASISTENTES DE LA EDUCACIÓN,
DOCENTES Y DIRECTIVOS.


UN ABRAZO AFECTUOSO A CADA UNO DE USTEDES
SIGAMOS CRECIENDO Y EDUCANDO 
CON RESPETO, EMPATÍA Y UNIÓN.

miércoles, 19 de agosto de 2015

1ra Transmisión Radial en Chile

El 19 de Agosto de 1922 se dio un paso trascendental en el proceso de ampliación y difusión de las comunicaciones en Chile, al efectuarse la primera transmisión de radio  en el país.  Esta fue posible gracias al esfuerzo de dos ingenieros de la Universidad de Chile, Enrique Sazié y Arturo Salazar, este último, amigo personal de Thomas Edison .  Conocedores de la tecnología de su tiempo, importaron equipamiento para lograr este evento tan sólo dos años después de la primera transmisión radial realizada en Estados Unidos.  Después de varios ensayos, el programa fue emitido con éxito desde el laboratorio de electrónica de la casa central de la Universidad de Chile, siendo recibido en el edificio del diario El Mercurio.


A partir de esta experiencia pionera surgieron las primeras radioemisoras en el país, todavía de manera bastante precaria; en 1923 la aún vigente Radio Chilena, y luego las radios El Mercurio, Cerro Alegre de Valparaíso y Radio Club de Valparaíso.  Ya en la década de 1930 una buena parte de la población, debido a la disminución de los costos de los aparatos, podía comprar una radio, siendo uno de los artículos más preciados por las familias chilenas.

A pesar de la velocidad de los cambios en las tecnologías de la información, la radio todavía sigue siendo uno de los principales medios de comunicación que utiliza la población chilena y mundial, gracias a que ha sabido adaptarse incorporando las transformaciones de la revolución tecnológica actual.


domingo, 9 de agosto de 2015

Bomba Atómica


Hiroshima: 8:15 a.m. del 6 de agosto de 1945

El 6 de agosto de 1945, la ciudad japonesa de Hiroshima, situada en Honshu, la isla principal del Japón, sufrió la devastación, hasta entonces desconocida, de un ataque nuclear. Ese día, cerca de las siete de la mañana, los japoneses detectaron la presencia de aeronaves estadunidenses dirigiéndose al sur del archipiélago; una hora más tarde, los radares de Hiroshima revelaron la cercanía de tres aviones enemigos. Las autoridades militares se tranquilizaron: tan pocos aviones no podrían llevar a cabo un ataque aéreo masivo. Como medida precautoria, las alarmas y radios de Hiroshima emitieron una señal de alerta para que la población se dirigiera a los refugios antiaéreos.
A las 8:15, el bombardero B-29, “Enola Gay”, al mando del piloto Paul W. Tibblets, lanzó sobre Hiroshima a little boy, nombre en clave de la bomba de uranio. Un ruido ensordecedor marcó el instante de la explosión, seguido de un resplandor que iluminó el cielo. En minutos, una columna de humo color gris-morado con un corazón de fuego (a una temperatura aproximada de 4000º C) se convirtió en un gigantesco “hongo atómico” de poco más de un kilómetro de altura. Uno de los tripulantes de “Enola Gay” describió la visión que tuvo de ese momento, acerca del lugar que acaban de bombardear: “parecía como si la lava cubriera toda la ciudad”.


Tokio, localizado a 700 kilómetros de distancia, perdió todo contacto con Hiroshima: hubo un silencio absoluto. El alto mando japonés envió una misión de reconocimiento para informar sobre lo acontecido. Después de tres horas de vuelo, los enviados no podían creer lo que veían: de Hiroshima sólo quedaba una enorme cicatriz en la tierra, rodeada de fuego y humo.


Nagasaki: 11:02 del 9 de agosto de 1945

Después de la explosión sobre Hiroshima, los norteamericanos esperaban la rendición inmediata de Japón. Pero esto no sucedió. El alto mando japonés dio por hecho que los Estados Unidos sólo tenían una bomba atómica y, ya que el daño estaba hecho, se mantuvieron en armas. Sin embargo, esta actitud de los japoneses fue prevista por los estadunidenses y, para demostrar que tenían más bombas y de mayor fuerza destructiva, arrojaron una segunda bomba.
El 9 de agosto, a las 11:02 de la mañana, el espectáculo de la aniquilación nuclear se repitió en Nagasaki, situada en una de las islas menores de Japón llamada Kyushu. El bombardero B-29, “Bock’s Car”, lanzó sobre esa ciudad industrial a fat boy, una bomba de plutonio, con la capacidad de liberar el doble de energía que la bomba de uranio.


Tormentas de Fuego

Las bombas nucleares devastaron Hiroshima y Nagasaki. Sin embargo, los efectos del bombardeo sobre cada ciudad no fueron iguales: la situación geográfica de cada lugar influyó sobre el grado de destrucción. En Hiroshima, emplazada sobre un valle, las olas de fuego y radiación se expandieron más rápidamente y a mayor distancia que en Nagasaki, cuya orografía montañosa contuvo la expansión de la destrucción.
Dos kilómetros a la redonda de donde explotaron las bombas, la catástrofe fue absoluta: el fuego y el calor mataron instantáneamente a todos los seres humanos, plantas y animales. En esta zona no permaneció en pie ni una sola edificación y se quemaron además las estructuras de acero de los edificios de concreto. Las ondas expansivas de la explosión hicieron estallar vidrios de ventadas situadas incluso a 8 kilómetros del lugar de la explosión. Los árboles fueron arrancados desde la raíz y quemados por el calor. En algunas superficies, como los muros de algunos edificios, quedaron plasmadas las “sombras” de carbón de las personas que fueron desintegradas repentinamente por la explosión.
El fuego se apoderó de las ciudades, especialmente de Hiroshima, donde se formó una “tormenta de fuego” con vientos de hasta 60 kilómetros por hora. Había incendios por todas lados. Miles de personas y animales murieron quemados, o bien sufrieron graves quemaduras e incluso heridas por los fragmentos de vidrio y otros materiales que salieron disparados por la explosión. Las tejas de barro de las casas se derritieron y la gran mayoría de las residencias de madera ardieron en llamas. Los sistemas telefónicos y eléctricos quedaron prácticamente arruinados. Se calcula que en Hiroshima desaparecieron cerca de 20 mil edificios y casas, y en Nagasaki quedó destruida el 40% de la ciudad.
Los daños fueron inenarrables, pero la verdadera tragedia fue la pérdida de vidas humanas. Hiroshima, con una población de 350 mil habitantes, perdió instantáneamente a 70 mil y en los siguientes cinco años murieron 70 mil más a causa de la radiación. En Nagasaki, donde había 270 mil habitantes, murieron más de 70 mil antes de que terminara el año y miles más durante los siguientes años. Se calcula que en total murieron cerca de 250 mil personas. La mayoría murió en el acto pero otros yacían retorciéndose en el suelo, clamando en su agonía por el intolerable dolor de sus quemaduras. Quienes lograron escapar milagrosamente de las quemaduras de la onda expansiva, murieron a los veinte o treinta días como consecuencia de los mortales rayos gamma. Generaciones de japoneses debieron soportar malformaciones en sus nacimientos por causa de la radiactividad.


Deambulando como Fantasmas

Según los testimonios de quienes presenciaron la devastación, los sobrevivientes de la explosión parecían fantasmas que deambulaban entre cenizas y humo. Fantasmas sin pelo, pues se les quemó en la explosión, o fantasmas ciegos, que lo último que vieron fue el resplandor nuclear. Como la mayoría de los médicos y enfermeras estaban muertos o heridos, mucha gente herida no tenía a dónde ir, así que permanecían frente al lugar donde estuvo su casa, desolados. La gran mayoría de los habitantes de Hiroshima y Nagasaki estuvieron expuestos a la lluvia radioactiva y las consecuencias de esta exposición sobre sus cuerpos no fueron perceptibles de inmediato, en muchos casos pasaron días, meses y hasta años antes de que es manifestaran los síntomas del daño.
El efecto psicológico inmediato a la destrucción fue la parálisis. La población entró en una especie de inacción. La limpieza de las ciudades y el rescate de cuerpos se organizó en algunos sectores hasta algunas semanas después de la explosión. Otro de los efectos que causó la explosión fue la sensación de terror constante. Los supervivientes sufrieron grandes quemaduras y la mayoría murieron a causa de la radiación tiempo después. La incursión de un solo avión en el cielo provocaba el pánico colectivo. En la conciencia histórica de Japón, la explosión de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki dejó una cicatriz imborrable.


miércoles, 5 de agosto de 2015

El Semáforo

Esta famosa caja de luces cumple hoy miércoles 05 de agosto...101 años

La ciudad no siempre ha estado dominada y ordenada por los semáforos. A principios del siglo XX, sus calles eran recorridas por carruajes tirados por caballos, bicicletas y personas a pie sin esta ya tradicional señal de tráfico.
Los automóviles eran escasos, un juguete de la alta sociedad hasta que en 1913, Henry Ford empezó a producir en masa su icónico Ford T. Con un motor de 20 cv y una velocidad máxima de 71km/h, el modelo T inundó las calles.
Tal fue el «boom» que se llegaron a producir más de 15 millones de unidades y ocupó el 57% de la producción mundial de automóviles en 1921. Ante esta situación, las calles se convirtieron en un caos.
Cruzar una calle era misión imposible y los choques entre carruajes y automóviles eran constantes. Había que buscar una solución. Y fue el 5 de agosto de 1914 cuando Cleveland instaló el primer semáforo eléctrico.
Aunque la ciudad del estado de Ohio presume de tal honor, Londres se les adelantó 46 años. La señal estaba situada en frente del parlamento de Westminster y necesitaba de un policia para cambiar de color ya que se iluminaba con dos lámparas de gas. Dos meses más tarde, estalló un semáforo londinense provocando la muerte al polícia que lo controlaba.
El primer lavado de cara fue introducido por Ernest Sirrine en 1910, quien lo convirtió automático. Para regular el tráfico, el semáforo automático de Sirrine mostraba las palabras «stop» y prodecer. Dos años más tarde, un oficial de policia de Salt Lake City, Lester Wire, prefirió volver al sistema manual, pero esta vez con luces eléctricas y un zumbador para avisar el cambio de color.

Durante todo este tiempo, en Europa se libraba la Primera Guerra Mundial. Los ingenieros desarrollaron unos programadores automáticospara las comunicaciones militares y tal invento se aplicó a los semáforos. El primer semáforo automático que utilizaba luces rojas y verdes eléctricas fue patentado por William Ghiglieri en San Francisco, California en 1917.
Pero esta innovación trajo muchos problemas. Los ciudadanos no sabían adaptarse al nuevo cambio, la ley sostenía que todos los usuarios de la calle eran iguales y los manuales de tráfico daban prioridad a la seguridad vial.

Una tercera luz

Para mejorar esta caja de luces, William Pots instaló una luz ámbar en el medio en 1920. La función de este color era avisar del cambio de señal de una manera menos molesta que el tradicional zumbido. EnEstados Unidos los funcionarios no pueden patentar inventos a su nombre, por lo que al igual que Wire, Pots nunca patentó su semáforo. No sería hasta 1923, cuando se patentó a nombre de Garret Morgan el primer semáforo con tres luces. Con dos brazos y palabras iluminadas, vendió su diseño a General Electric por 40.000 dólares.
¿Y cuando llegó el semáforo a Europa? En 1924 aterrizó en Berlín el semáforo con mecanismos totalmente eléctricos, sin tener en cuenta su antecesor inglés. Con cinco caras, este semáforo intentaba controlar el intenso tráfico de la Postdamer Platz. Madrid fue pionera en España ya que en 1926 instaló uno en el cruce de las calles Barquillo y Alcalá.

Este semáforo eléctrico dista mucho de los que podemos ver ahora por nuestras calles. Actualmente se iluminan con LED, un sistema que consume tan sólo un 10% en comparación con las bombillas incandescentes y tienen una vida 50 veces mayor. Pero no todos son iguales.
Existen semáforos con cuatro luces. Esta última suele ser de color blanca o azul, sirve para indicar que el semáforo está en rojo y se suele ver en grandes nudos de circulación. La división de Berlín tras la Segunda Guerra Mundial hizo que actualmente los semáforos no sean iguales, y dependiendo de la zona tienen un formato u otro.
En España, Palma de Mallorca cuenta con el primer semáforo que se puede activar con un mando a distancia, una gran ayuda para las personas invidentes. En 2006, los alegres señores de los 32 semáforos de la Ronda de la Muralla de Luga vestían falda en homenaje a la mujer trabajadora. Argentina posee el primer semáforo alimentado por energía solar y las luces de los semáforos de la ciudad islandesa de Akureyi tienen forma de corazón.